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Hoy se cumplen 25 años de la muerte de Pedro Arrupe sj

Arrupe nació en Bilbao en 1907 y estudió medicina antes de entrar a la Compañía de Jesús cuando tenía 20 años. En 1938 fue enviado a la misión jesuita en Japón, donde pasaría una buena parte de su vida. Allí experimentó la catástrofe de la primera bomba atómica que explotó sobre Hiroshima y su vida se vio profundamente afectada por este acontecimiento. En 1954 fue nombrado superior de la misión del Japón y en 1965 elegido Superior General de la Compañía de Jesús. Impactado por el clamor de miles de ‘boat people’ vietnamitas, que huían de las secuelas de la guerra en su país, el P. Pedro Arrupe hizo un llamamiento a los jesuitas a "brindar al menos una ayuda a esta trágica situación". Y así nacía el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), obra que trabaja por todo el mundo.
Es una de las figuras más destacadas de la Iglesia en el Siglo XX. Una vida entregada plenamente a Jesús y su Iglesia; una vida que transmite un mensaje perenne a los jesuitas, a los cristianos y a los hombres de todos los tiempos.
El padre Arrupe fue un hombre profundamente humilde, que se inculturó en una cultura tan diferente a la occidental como la japonesa. Fue un hombre de una más que probada fidelidad a la Iglesia, en momentos de gran contradicción y desencuentro. Fue un hombre cuyo centro y modelo fue Jesús de Nazaret, como él mismo dijo “no hay nada en el mundo que me atraiga sino Tú sólo, Jesús mío”. Fue un hombre de profunda oración, llegó a decir pocos días antes de su enfermedad a sus compañeros jesuitas “¡Por favor, sean valientes! Les diré una cosa. No la olviden. ¡Oren, oren mucho! Estos problemas no se resuelven con esfuerzo humano”.

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